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Mapa de lluvias: los riesgos crecen por la deforestación

  11 de febrero de 2019

Bolivia registró los mayores desastres por lluvias en 2014 y 2008 debido a la presencia intensa del fenómeno El Niño. Expertos recomiendan restaurar los bosques para paliar los efectos del cambio climático.

Siete departamentos de Bolivia están  en emergencia debido a las  inundaciones, riadas y  deslizamientos a causa de las intensas lluvias. Expertos coinciden en que la deforestación y la ampliación de la frontera agrícola incrementan los riesgos  del país ante los fenómenos naturales y el cambio climático.

 En lo que va del siglo XXI, Bolivia registró los mayores desastres por lluvias  en 2014 y 2008. Ambas gestiones tuvieron en común la presencia intensa del fenómeno El Niño. Este 2019, se prevé que el evento climático sea similar al de hace 11 años.

  2009: alerta en siete regiones

“A raíz de los fenómenos naturales, este año hemos sobrepasado las 2.000 familias afectadas a nivel nacional; pero esta cifra puede subir en los próximos días”, informó el  ministro de Defensa, Javier Zavaleta.    Hasta el momento se registra una veintena de fallecidos;  16 de ellos en  los deslizamiento  del pasado fin de semana en la vía   Yolosita-Caranavi.

De acuerdo con  datos oficiales, las regiones más afectadas por las lluvias son    La Paz y Beni, las mismas de años pasados. Varios municipios  de esos departamentos sufren inundaciones, mazamorras,  riadas  y  han activado   alertas de vigilancia epidemiológica

Desde hace décadas estos departamentos -además de  Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca, Potosí y Tarija- son regiones de alto riesgo ante  embates de la naturaleza. Por los daños, en 2008 y 2014 se declaró  situación de desastre y emergencia nacional.

“Una de las causas de los desastres naturales que estamos viviendo en el país son las altas cifras  de la deforestación, que  son preocupantes”, señaló el  director de Probioma (Productividad Biosfera Medio Ambiente), Miguel Ángel Crespo.  

La semana pasada, el director de Emergencias y de Auxilio del Viceministerio de Defensa Civil, Javier Ayllón, informó que los municipios afectados por los desastres superan la veintena pero  no hay un  reporte oficial de  la situación. “A medida que pasan los días hay comunidades que se declaran en emergencia y otros en desastre”, explicó.

“Este año, hay una presencia del fenómeno de El Niño como en 2008 por ello las inundaciones están golpeando más”, señaló la representante del Programa Mundial de Alimentos de las  Naciones Unidas en Bolivia, Elisabeth Faure.

 2008: amenaza de La Niña

En enero y febrero de 2008, el país fue azotado por el fenómeno   La Niña. Por 45 días sin pausa las lluvias anegaron un centenar de municipios de Beni, Cochabamba, Santa Cruz  y el norte de   La Paz.

   En menos de dos meses, las   inundaciones y riadas  cobraron   49 vidas y dejaron 41.557 familias  damnificadas. Las pérdidas materiales, en cultivos y ganado, fueron enormes.

Trinidad parecía hundirse en un mar de agua turbia y los afluentes del río Ibare  rodeaban peligrosamente el anillo de circunvalación que protege a Trinidad, la capital beniana. 

La situación, por mucho, sobrepasaba los daños causados por la lluvias  en 2007, cuando las aguas anegaron diferentes municipios de los siete departamentos que hoy están en alerta.

  El 12 de febrero de 2008,  el  Gobierno declaró   desastre nacional.  “Para resolver esta situación se necesitan unos 1.000 millones de dolares. Eso es el 50% de la deuda externa que tiene Bolivia, es mucha plata. Es casi toda  la inversión pública de un año”, declaró entonces el presidente Evo Morales luego de una visita a las zonas más afectadas.

2014: emergencia y   política

Entre diciembre y febrero de 2014, intensas  lluvias dejaron bajo el agua los  caminos, cultivos, ganado y comunidades enteras. Aunque la situación era muy crítica en siete departamentos,   Beni fue  el  más golpeado.

Las lluvias cobraron  la vida de 59 personas y dejaron más de  60.000     familias damnificadas. Los empresarios reportaron más de 16 millones de hectáreas anegadas sólo en el oriente, además de 200 mil cabezas de ganado muertas, aunque las cifras oficiales sólo daban cuenta de 58.000.

 El país se encontraba ante un desastre mayor al que  encaró en 2008. Sin embargo,  pese a los pedidos de los departamentos afectados, el Gobierno sólo  declaró  emergencia nacional.

“Señor Presidente  venga, visítenos. Los benianos queremos que venga, que se cerciore cómo estamos sufriendo a consecuencia de estos desastres naturales y  pueda entender  las razones por las que pedimos que se declare al Beni en zona de desastre nacional”, dijo el entonces gobernador del Beni, Carmelo Lenz.

Lenz era opositor. Morales rechazó el pedido. Al desastre natural se sumó la pugna política. 

   “¿Qué entiendo por zona de desastre? Cuando el Estado no puede atender la demanda y aquí todavía no nos han sobrepasado las inundaciones. Se declara desastre cuando el Estado no puede atender las demandas”, respondió entonces el Primer Mandatario.

 Inundaciones en Tipuani  motivan la declaratoria de emergencia.
Foto:APG
Punto de vista
Miguel ángel crespo,director de Probioma

 “Estamos  viendo  consecuencias de la   deforestación”

Las inundaciones  en el país son atribuibles, en parte, al fenómeno de El Niño que se agudiza por los efectos del cambio climático. ¿Cómo podemos enfrentar estos cambios que se expresan en sequías y severas inundaciones?  pues con la conservación,  fortalecimiento y restauración de los bosques.

Sin embargo, el Gobierno promueve lo contrario. Incentiva la ampliación de la frontera agrícola    sin considerar que los bosques son generadores de servicios ambientales como reguladores del clima.

Los bosques evitan la erosión y también son generadores de agua  y alimentos. Existe en ellos una gran diversidad de recursos genéticos que pueden ser la base de un  verdadero desarrollo sustentable.

 La información sobre la deforestación  hasta 2017 es alarmante. Mientras la ABT menciona que  ese año se deforestaron 226 mil  hectáreas, otras organizaciones internacionales como Global Forest Watch mencionan cerca de 463 mil .

 En ambos casos los datos son preocupantes y son una de las causas de los desastres naturales que estamos viviendo, especialmente en el Chaco y el oriente.  La situación se agrava, considerando que  la agenda 2025  pretende ampliar la frontera agrícola a  14 millones  de hectáreas. 

¿Donde será esta ampliación? Será en el oriente y para la introducción de monocultivos de soya, algodón y maíz transgénicos. Sólo con la introducción de los agrocombustibles elaborados a base de la caña se pretende ampliar más de 150 mil  hectáreas.

El departamento de Santa Cruz ha deforestado en 2017 más de 210.827 hectáreas (93% del total en el país) para  cultivos de exportación. Sin embargo estamos importando alimentos.

Ahora estamos sufriendo los embates del cambio climático producido por una deforestación salvaje entre  2005 y   2017. Tenemos mas de  3.129.000  hectáreas deforestadas para la siembra de monocultivos, para la    coca y la ganadería, y que en definitiva no benefician al conjunto del país. 

Estas acciones tienen como consecuencia las  inundaciones, pérdidas de vidas, escasez de alimentos, epidemias, etc., etc.  La naturaleza nos envía mensajes más fuertes cada año, pero parece que las autoridades y los sectores productivos hacen oídos sordos.  ¿Hasta cuándo?

“Bolivia es uno de los  más vulnerables al cambio climático”

“Una muestra  significativa de cómo el país aprendió de las emergencias es que el apoyo que el Gobierno solicita de la cooperación internacional se enfoca  más en asistencia técnica que en atención a emergencias”, evalúa Elisabeth Faure, representante del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en Bolivia.

Las lluvias e inundaciones golpean  Bolivia. ¿Por qué?

Bolivia es uno de los países de la región más vulnerables al cambio climático. Hay  municipios que tienen que lidiar con inundaciones y sequías en un mismo año  que afectan los  cultivos y   la seguridad alimentaria. Por el cambio climático los  impactos son más  intensos en todo el mundo por lo que es urgente seguir trabajando en  resiliencia y adaptación.  Como Programa Mundial de Alimentos trabajamos hace más de 50 años apoyando al Gobierno con emergencias y hemos podido ver cómo los desastres afectan a las personas en su cotidiano vivir.

¿Hay un mapa de las  zonas más vulnerables en Bolivia?

El Programa Mundial de Alimentos genera Análisis de Vulnerabilidad a la Inseguridad Alimentaria que toma en cuenta riesgos de origen climático. En 2014, la Agencia apoyó al Estado en la elaboración del Atlas de Riesgo Agropecuario y Cambio Climático, que indica que si bien todo el país es vulnerable al cambio climático, hay zonas más afectadas, como el altiplano.

Los impactos del clima muchas veces afectan la accesibilidad y disponibilidad de alimentos, lo que provoca que en las áreas rurales aún haya un 23,7% de  niños con desnutrición crónica (Encuesta de Demografía y Salud, 2016). Herramientas como el Atlas nos permiten elaborar estrategias más consistentes para implementar   sistemas de alerta temprana.

En  2008 y 2014 el país enfrentó desastres por lluvias. ¿Hemos aprendido de ellos?

Una muestra  significativa de cómo el país aprendió de las emergencias es que el enfoque de apoyo que el Gobierno solicita de la cooperación internacional ha cambiado. En los últimos años estamos trabajando más en asistencia técnica que en atención a emergencias. Esto no quiere decir que el nivel de apoyo haya disminuido. Los planes del Programa Mundial de Alimentos para atención a emergencias en el país son de 4,5 millones de dólares para los próximos cuatro años.

 ¿Cómo debe encararse un   plan de gestión de riesgos?

Creo que el aspecto más importante del plan actual es la mejora de los sistemas de alerta temprana. Un ejemplo de ello es que, en este momento, con apoyo de Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea (ECHO),  estamos desarrollando una estrategia que  incorpora conocimientos locales de indicadores naturales (bioindicadores) en municipios con impactos recurrentes para fortalecer los sistemas de alerta temprana. Además, estamos evaluando cómo incorporar drones  en casos de emergencias.







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