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“Bicimáquinas”, ecológicas e integradoras

  10 de julio de 2018

Cada vez que Freddy Candia quiere un jugo de leche con frutilla, monta su bicicleta, toma impulso y comienza a pedalear. Pero no va a ningún lado. El pedaleo es para poner en marcha su “bicilicuadora”, es decir una licuadora que en lugar de energía eléctrica funciona con los pies: ahorra energía eléctrica, hace ejercicio y puede utilizarla donde quiera.

Esta máquina, junto con el molino, desgranadora, lavadora y el trapiche, todas a plan de pedal, son creaciones de Freddy Candia y de Cocha Pedal Project, que hizo su apuesta por estas máquinas semiindustriales, que están a la venta.

En fase de experimentación, están la bicibomba y la peladora de pollos, entre muchas otras máquinas.

Según cuenta el artífice, en su trabajo con organizaciones ecológicas (en las que ya lleva dos décadas) construía hornos solares, pero hace cuatro años un voluntario norteamericano le pidió una máquina casera para fabricar jabones y llevarla a una comunidad africana. No había ningún plano, así que, tras darle muchas vueltas y pruebas, Freddy Candia logró engranar la mitad de una bicicleta con un recipiente y un mecanismo parecidos a las heladeras de canela. El amigo voluntario se fue a África con los planos. Las máquinas se quedaron en Cochabamba y se llevaron a escuelas y comunidades campesinas. Más tarde, el amigo le dijo por teléfono que la jabonera construida allá también había tenido un éxito rotundo, por lo que había que insistir con más máquinas de ese tipo.

Fue así como Freddy Candia hizo unos estudios de bicitecnología en Guatemala, con respaldo del MIT.

A su regreso, comenzó a crear las máquinas descritas al principio de esta nota viendo la utilidad y la practicidad. Se hicieron muchos planos, muchos reciclajes de bicicletas o volver a empezar de cero. Muchos proyectos tuvieron que archivarse; otros alcanzaron un éxito casi inmediato, como la licuadora y el molino, que en los tres años siguientes se vendieron como una veintena de cada una. Y poco falta para su construcción en serie. La lavadora y el trapiche, en tanto, se construyen a pedido.

Actualmente, Freddy Candia tiene mucha demanda no sólo con el pedido de las máquinas, sino también para enseñar a construir. Así, recibe invitaciones de la universidad, otras organizaciones ecológicas y sociales y hasta instituciones internacionales. En su currículo puede incluir el haber dado clases a exguerrilleros de las FARC en Colombia, quienes tras la firma de la paz, necesitaban de nuevos emprendimientos en la selva.

Un detalle más, en Colombia, África o Cochabamba, existe un común denominador que a veces no se aprecia. Estas máquinas tienen un efecto socializador. Adonde quiera que las lleven, toda la familia, los amigos o conocidos quieren pedalear, probar batir el jugo, experimentar. Hay un efecto integrador.

INVERSIONES QUE SE CONVIERTEN EN AHORRO

Cocha Pedal Project ofrece sus máquinas con precios que se calculan según el grado de complejidad. Por decir, la “biciliacuadora” cuesta 1.300 bolivianos. Si se la invierte en un negocio, el comprador puede rescatar la inversión en unos cuatro meses.

El emprendedor explica que una máquina puede tomar tres meses de estudio, pero una vez que se logra un buen modelo, ya es posible construirla en serie, y fabricar una máquina en tres días y testearla en dos.







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