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IBCE, trabajando por una Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana



Experta advierte limitaciones en etiquetado de alimentos

  06 de junio de 2018
La especialista que trabaja para el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) constató al menos tres inconsistencias en la norma boliviana, que obliga a las empresas informar a los consumidores sobre ingredientes transgénicos

La especialista en agrobiología Cecilia Gonzales declaró ayer que los funcionarios del Gobierno y quienes elaboraron y aprobaron el Decreto Supremo 2452, de 15 de julio del 2015, desconocen las implicaciones científicas del etiquetado de alimentos con compuestos transgénicos.

Desde este año, en Bolivia se aplicará el etiquetado de los productos transgénicos destinados al consumo humano de manera directa o indirecta, cuando contenga o derive de organismos genéticamente modificados, conocidos como OGM.

Esta norma que hará obligatorio el etiquetado de alimentos en el país responde, según las autoridades, al artículo 13 de la Ley 453 del 2013, titulada “Ley General de los Derechos de los usuarios y usuarias, y del consumidor y consumidora”, para recibir información fidedigna, veraz, completa, adecuada, gratuita y oportuna, sobre aquellos alimentos disponibles en el mercado, señaló una publicación oficial aparecida en el portal Agroavances.

El viceministro de Defensa del Consumidor, Guillermo Mendoza, evidenció a mediados de mayo pasado la presencia de productos en el mercado con etiquetados de advertencia. “El sello está ya en el mercado nacional, en algunos casos con un sticker y en otros ya impresos en el envase”, señaló.

Esto no debe alarmar a la población, más bien es una buena señal, porque las empresas están informando a sus clientes sobre sus componentes y las personas, en su libre decisión, verán si las consumen o no”, indicó un matutino local.

LABORATORIOS

La experta dijo que a la fecha el país no cuenta con laboratorios certificados y que tampoco presentó una lista de laboratorios certificados en el exterior, a los cuales pudieran las empresas solicitar servicios. De este modo, se establece que las autoridades exigen el cumplimiento de una normativa a los productores y comercializadores, pero no cumplen con la aplicación de la norma.

Recordó que el Acuerdo de Cartagena sobre Bioseguridad, el cual fue ratificado por Bolivia bajo ley 2274 el 2001, indica que cada país signatario de este acuerdo deberá formular su propio marco de bioseguridad, mismo que incluye el tema de laboratorios certificados, que formarán parte de una red internacional para el intercambio de conocimiento e incluso material de análisis.

ETIQUETADO

Explicó que la etiqueta en forma de un triángulo amarillo, por convención internacional es símbolo de alerta, pero las autoridades, ¿de qué alertan exactamente? se preguntó. Si estos cultivos pasaron ya un sistema de regulación, que ningún otro producto que llega a su mesa lograría pasar; sin embargo, ¿cuál es la alerta?, insistió.

Lamentablemente, lo que Bolivia aún no tiene son etiquetas nutricionales en todos sus productos procesados. A la fecha los consumidores no saben cuánta azúcar contienen todos los yogures que se venden en el mercado. Esta previsión, en consecuencia, sigue siendo un misterio, porque no se logra informar al consumidor de manera fidedigna, veraz, completa, adecuadamente, gratuitamente y oportunamente sobre el valor nutricional de lo que está a punto de consumir, señaló la experta.

La leyenda que acompañe el triángulo amarillo dice: “Este producto es, contiene o deriva de OGM”. Si no es a, será b y si no, c. A alguno habrá que atinarle. Si bien otros países han incorporado este sistema de desinformar a los consumidores, no caen en la trampa de confundir más al consumidor.

LISTADO DE ALIMENTOS

La modificación genética de cultivos es un método para mejorar los mismos, no un ingrediente, puntualizó, la experta en Agrobiología, Cecilia Gonzales. “Si el objetivo es ‘alertar’ al consumidor sobre el proceso de producción, agradecería mucho que las autoridades puedan también etiquetar los alimentos ‘orgánicos’, indicando si están libres de patógenos, si no fueron usados insecticidas mucho más contaminantes de los que usan los cultivos OGM o los convencionales (como el sulfato de cobre, o el ácido bórico y óxido de zinc). Y esto no sucede, sentenció.

El anexo 3 del reglamento para el etiquetado de OGM incluye cultivos como el algodón. ¿Usted come algodón? En lo personal no, ya que la semilla tiene una toxina natural, pero quizás debería saber que más del 80 % de prendas de algodón son producidas con algodón OGM.

La inclusión de ciruelo es otro ejemplo de la falta de veracidad de este reglamento. Este cultivo cuenta en Estados Unidos con los permisos para su investigación, cultivo y consumo, sin embargo, no está en cultivo en ningún estado de este país. Lo mismo sucede con el trigo OGM, que si bien tiene el permiso para su consumo humano en Colombia y Nueva Zelanda, no cuenta con permiso para su cultivo en ningún país, por lo que no existe en el mercado mundial trigo OGM ni derivados, ni productos que lo contengan.

En resumen, manifestó que a menudo la información más útil es la que el usuario y consumidor desconoce. “Quizás es tiempo de que los reglamentos en torno a nuestros alimentos sean más objetivos y cuenten con sustento científico, para no causar pánico innecesario en la población. Al mismo tiempo que se ignoran o dejan de lado los verdaderos riesgos a la salud, a través de toxinas naturales existentes en muchos alimentos”.







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